domingo, 7 de septiembre de 2008

De lo onírico y huracanes

Vamos a soñar con el mejor de los escenarios, porque después de todo, ¿para qué vislumbrar futuros más oscuros que los que tiñen el horizonte?

Pasó Gustav, viene Ike, (nombre peculiar, el mismo de aquel presidente que desató las iras del susodicho) y la destrucción de vidas y haciendas (uno puede preguntarse, ¿qué haciendas?) parece ineludible. Multitud de organizaciones del exilio piden permiso al Poder para llevar ayuda a los damnificados. Una carta abierta desde las Europas, pide a los Poderes, levantar restricciones por 90 días. El gobierno estadounidense ofrece US$100,000 y enviar “asesores”. (Nadie se ría, esto podía ser el comienzo de una ayuda mayor y después de todo, 100K en leche y compotas pueden alimentar un montón de niños, dos o tres días). El gobierno cubano rechaza la ayuda, que interpreta como humillante en su soberbia. Reparten planchas de zinc para cubrir los techos de Pinar del Río y se publican fotos de sonrientes vecinos que se muestran satisfechos de que “todo haya sido tan fácil”…


Pero dije que íbamos a soñar: Imaginemos que después de la devastación, algunos miembros del gobierno cubano deciden que la “ayuda de la Yuma”, (incluyendo el exilio cubano) puede ser aceptada. Imaginemos que el exilio en masa se lanza a organizar la ayuda, recaudar, empaquetar, donar, cargar sobre sus hombros, llenar las barrigas de los aviones, repartir. Que nadie pone letreros políticos en las latas de jugo y los pomos de mantequilla de maní no llevan un sticker que dice “abajo la dictadura”. Así la ayuda llega a sus destinatarios. Y un barco donde se han vaciado 10 almacenes Home Depot, se descarga por el puerto de Mariel, (la tripulación se compone de 50 legítimas escorias, que salieron 28 años antes por ese mismo puerto). Y otro barco similar se descarga en la bahía de Nipe. Y la gente se abraza. Y…

Me caí de la cama. Mañana sigo soñando. De acuerdo a los principios de “The Secret”, con sólo visualizar, conseguimos lo que queremos. Tremenda guanajada, pero por si acaso, voy a soñar que aquello cambia. Que se acaba la dictadura. A imaginarlo todos los días. Por si acaso.

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