martes, 23 de septiembre de 2008

"La Repetición”, de Antón Arrufat, segunda parte

Mi segundo post tiene que ver con una obra mediocre y una puesta muy respetable. Después de palabras tan grandes (no lo puedo evitar), ¿que queda por decir? Todavía me queda discurso.

El cuento es que:”La Repetición”, se parece al parque trillo. Las cuarterías, el cuarto, ¿saben ustedes lo que es un “cuarto”? En el cuarto podía ser una representación de algún hogar de clase media: había un área de dormir, (eso básicamente es una cama, y si hay niños, una cuna, o una camita, o un pinpanpun), un área de “cenar”, (una mesa con sillas), digamos, y un área de “estar” que se confundía con las otras. El baño era colectivo y estaba afuera. En mi caso en el área de estar había un “todadisco” que se desgañitaba con los Chavales de España. No recuerdo que hubiera otra cosa, quizás uno o dos discos de vinyl. (No habían podido comprar otro disco, después de que algún vendedor, como el de "la repetición", les hiciera comprar el aparato). Recuerden que mi cuarto tenía un balcón, y eso tiene una posición muy especial cuando uno tiene siete años.

Pero la obra de Antón, se me queda corta. O quizás es tan “realista”, que describe un mundo de gentes que entonces no tenían alas. En la obra original los personajes usan máscaras, que esta puesta ha deshechado, creo que por abusadas. Se trataba de personajes sin rostro. Como los que hoy repiten el discurso que han oído miles de veces, y van a dedicarle sus esfuerzos para la reconstrucción después del huracán a “los cinco”. El cuento de la obra tiene que ver con la década del 50 en Cuba. Pasamos de siglo, y esto, que parecía ser una situación, quizás puntual, terminó generalizándose. Aceptemos la cualidad premonitoria de la obra.

¿Qué queda de ese país? ¿Qué queda aun de esas cuarterías? Los hijos, y los hijos de los hijos de los habitantes de esas cuarterías de Antón están desparramados por el mundo. Casi ninguno vive en semejante situación…. en otras partes del mundo. Los que se quedaron en “el cuarto”, por estar viejos, por falta de valor, porque no han encontrado la salida, o porque los ha consumido un discurso omnipresente, ubicuo y desbastador que les impide buscar otro horizonte; viven en un albergue de refugiados, o esperan que al fin se caiga el edificio.

3 comentarios:

Alfredo Triff dijo...

Los que se quedaron en “el cuarto”, por estar viejos, por falta de valor, porque no han encontrado la salida, o porque los ha consumido un discurso omnipresente, ubicuo y desbastador que les impide buscar otro horizonte; viven en un albergue de refugiados, o esperan que al fin se caiga el edificio.

Bueno, Mayeya.

Anónimo dijo...

creo que toma lugar en lo an~os 40

Anónimo dijo...

Podria ser...