miércoles, 30 de julio de 2008

Cerrado por vacaciones

Estoy en la playa. Pronto regreso al Parque Trillo. Por ahora les dejo esta canción.

sábado, 26 de julio de 2008

Rojas

El Lugareño tiene un texto de Rafael Rojas en ocasion de la fecha. Vale la pena tirarle un vistazo.

Mayeya lee y comenta #1

Las Lecturas del Verano


La Isla de los Amores Infinitos

Cuenta la historia recogida en las Memorias de la Real Sociedad Patriótica de La Habana, que cuando el almirante Colon preguntó “a los indios de aquel lugar si era tierra firme o isla, le respondieron que era tierra infinita de que nadie había visto el cabo, aunque era isla”. ¿Cómo no habían de ser infinitos los amores de esta tierra?
Una casa fantasma, “que aparece en fechas desgraciadas”, (como la de hoy) encierra cierto enigma y la protagonista de esta última entrega de la escritora cubana Daina Chaviano, trata de descifrarlo. Para ello se vale de su habilidad para “hablar con los muertos” y va tejiendo la historia que reúne por virtud del amor, a personajes de cuatro continentes. Una saga familiar que otras escritoras latinoamericanas han empleado también con éxito y una reconstrucción histórica que se adentra en el siglo XIX, salpicada por escenas del Miami de hoy. Miami es el escenario donde se dan las claves para descifrar el enigma y donde vienen a parar esa gente de sangre mezclada que escapan de la isla asediada. Y andando con el amor, (si el amor pudiera), con otra ciudad y otras tierras en el alma, a ritmo de bolero, que es como los isleños saben amar.
No cuento más. Fina prosa, se dice. Investigación histórica. Arte de novelar los sueños.

jueves, 24 de julio de 2008

Artismo: Realismo al revés.

El martes pasado en Massachussets

Una vez más la realidad reproduce el arte. Una mujer de 53 años envió un facsímile a su compañía de hipoteca y luego se pegó un tiro. En la nota les anunciaba que cuando comenzara la subasta de su casa esa tarde a las cinco, ella estaría muerta. También le escribió una nota a su esposo y a su hijo, (quienes aparentemente no sabían nada del “foreclosure”) donde les decía que con el dinero del seguro de vida podrían recuperar la casa. Al día siguiente, la Cámara de Representantes aprobó una ley que otorgaría $300 billones para refinanciar las propiedades de gente como esta mujer, (400,000 dueños de casa), si la aprueba el Senado y el brillante y carismático presidente no la veta. ¿Recuerdan “La muerte de un Viajante”, de Arthur Miller?
MAYEYA COTI DIANA

San Miguel 723.

(No sabía que esto se podía enredar. Ahora tengo que aclararle al anónimo que dijo “nicotina”: ¿si no soy del Parque Trillo, de dónde soy?)

Dedicado al Sr. “ignorante de pacotilla”, a quien no leo hace tiempo. Si alguien sabe de él, dígale que venga por el parque, que le he dedicado una historia.

La historia tiene que ver con una “cuartería”, casa de vecindad diríamos en un lenguaje mas “fino”. No llegaba a ser un “solar”, pero clasificaría dentro de la norma. A escasos doscientos metros del Parque Trillo. En el primer piso de San Miguel 723 entre Oquendo y Marqués González. Mi residencia tenía dos puertas a un balcón con baranda de hierro fundido, (una de ellas cerrada por razones de la logística que explicaré a continuación). Serían unos 300 pies cuadrados, (me moveré entre ambos sistemas de medidas), donde se encontraban, sin divisiones que robarían espacio, (¡Ah! Eso es el sueño de un diseñador de lofts en Manhattan o Winwood); la habitación de los padres, la de los niños, el comedor con su refrigerador, la sala de estar, la biblioteca, los clósets, el salón de música, y cualquier otra pieza imaginable, hacinada entre cuatro paredes, dos de mampostería, una de mamparas de vidrio que la separaba de los otros cuartos y otra, magnifica, que daba al balcón. Se compartían el baño y la cocina, (¿no era un solar?) con otros habitantes de minúsculas habitaciones en la cuartería. Las paredes remataban en el techo con enlucidos de yeso que semejaban hojitas y florecitas dieciochocescas que también adornaban un círculo al centro del techo, de donde colgaba un bombillo incandescente, (aquella maravilla del Brujo de Menlo Park), para iluminar la residencia. El balcón se abría a un café con mesitas de bistro, donde se sentaban los asiduos, generalmente a leer el periódico o hablar de política, mientras tomaban café con leche y panecitos de San Francisco. (Si alguien no ha probado esta combinación, puedo asegurarle que ha perdido la mitad de su vida). El “Café de Manolo” se abría hacia la calle San Miguel y hacia el pasaje Xiquel, que de pronto partía la calle en dos. Entre los señores que comentaban los sucesos del día, se hallaba un caballero muy elegante, que en algún momento fue “fiscal de la Audiencia de labana”, G. Canales, y habitaba el segundo piso (completo) del número 723. En los bajos del mismo número había una pequeña imprenta que imprimía etiquetas, anuncios, folletos, libros de pequeño formato, etc. Aún recuerdo el olor a tinta de las prensas, las manos ennegrecidas de los linotipistas, el sonido monótono de las máquinas que goteaban aceite, exactamente debajo de mi residencia y de las de los otros inquilinos. La escalera de escalones de mármol, balaustrada de hierro, rematada por un pasamanos de madera oscura, (en la Infinita el mármol, era cosa común, porque venía en las taras de los buques que arribaban de Europa) terminaba en un pequeño zaguán, bastante sucio, que daba a una acera estrecha y gris. ¡Y esta acera conducía directamente al Parque Trillo! Pero debo confesar que el camino era accidentado… En la primera intersección, la calle Oquendo, que terminaba en el mar. Allí existía una farmacia muy peculiar. Olegario, el boticario y dueño, vendía barbitúricos con cierta holgura, (los mood modifiers de aquellos tiempos). Los clientes, con ojos enrojecidos y vidriosos de Seconal se sentaban en el quicio de la farmacia a disfrutar la nota. Atravesar semejante fauna constituía el primer avatar. Al cruzar la calle, se encontraba una bodega de alimentos, con bar de hermosa madera barnizada donde otros vecinos se “daban un traguito”. Imaginemos el calor, el alcohol y la vehemencia de los trópicos y podremos configurar el segundo avatar. Luego venían solares, pequeños edificios de apartamentos recién construidos, una pollería, y en la próxima intersección, en la calle Soledad una pescadería con una enorme variedad de habitantes de los mares caribeños a la venta. Entonces mas solares, mas de lo mismo, hasta que, repito, habiendo recorrido unos 200 metros del número 723, la calle se abría, en la intersección con Aramburu, a una plaza, colorida, con árboles, bancos, estatua de Quintín Banderas, que había sido un negro patriota, y hasta un pequeño parque infantil. Estamos en el Parque Trillo. Las calles San Miguel, San Rafael, Aramburu y Hospital conformaban el parque. En Aramburu había una guarapera y solares de donde frecuentemente salía música de tambores y olores fuertes. En San Miguel, un pequeño cine: el Strand, donde pude ver mas de una película de Sarita Montiel y otras exquisiteces, siempre atendiendo a los exhibicionistas, empecinados en el onanismo cinematográfico, (quizás otro avatar). En Hospital, dos o tres tiendecitas de ropas, telas y perfumes. En San Rafael, una mueblería, una cafetería con “lunchera” donde preparaban “medianoche” y batidos, entre otras cosas. Otro día continuaré, porque esto se ha hecho largo. Muchos años después, creo que los alrededores han cambiado notablemente y también la vida de sus moradores. Por ahora, sigo invitándolos a visitar este otro “parque” virtual.

lunes, 21 de julio de 2008

La Casa de la Mafia

Ayer pensaba hacer mi primer post, (mas allá de anunciarme) pero me fue imposible. Me pase el día cocinando y agasajando a los recién llegados (de visita) de la isla infinita. Llegaron mi tía Alicia (60) y su esposo Manolo (64) hace una semana. Vinieron a visitar a su hijo Manolito, balsero él. Nada, que tuve que hacer comida cubana, piernade puercoasadaencasa incluida. Que puse una mesa, “quenipaqué”, y compré entrantes para sazonar a los dioses: patee, cantimpalo, matahambre, gorgonzola, brie, holandés, semillas de marañón y la madre bendita. Todo eso rociado con vino (no todos malos) y cervezas. Mi padre, (hermano de la tía recién llegada), hizo unos “chinguiritos espirituanos”, (su versión del tradicional mojito), aprovechando las hierbabuenas (mint) que tengo en un rincón del patio. Hasta el tío Ramón, a pesar de su Alzheimer avanzado, vino del “home”, e increíblemente reconoció a todo el mundo. Sólo que no pudimos convencerlo de que la ruta 2 (de ómnibus, en labana), no paraba en la esquina. Mi amigo Fernando se acercó con la guitarra y su parafernalia de audio y armamos tremendo “fetequn”. A continuación reproduzco un diálogo junto a la lavadora de platos, circa 11 pm y cerca de 40 platos:

-Hija, ¡como hemos comido! ¡La verdad que la gente de la mafia si sabe vivir!

-Tía, ¿qué es eso de la mafia?

-No te pongas brava, es que allá le decimos así.

-Pero tía, ¿qué tengo yo que ver con la mafia?

-No chica, es hablando de la gente que se lo quiere coger todo allá.

-A mí no se me ha perdido nada allá y no tengo nada que reclamar.

-Si, pero eso se dice por la gente que quiere que aquello se caiga, mi hija.

-¡Ah no! Pero yo también quiero que se caiga la dictadura y no soy de la mafia. ¿De que mafia tu estas hablando, tía? ¿Tú no quieres que eso se caiga?

-No, hija, porque lo que va a venir es peor y nos van a quitar lo poco que tenemos.

-Tía, ustedes serán del Partido y todo eso, pero aquí no tienen que cubrirse. Todo el mundo sabe que Fidel es un asesino.

-¡Hija, por Dios! ¡Yo nunca he oído decir eso!

-Porque no tienen la mas puta-idea de lo que pasa. O no quieren oir. ¿Tú sabes quien es Osvaldo Payá?

-Noo.

-¿Y Bicet?

-Noo.

-¿Y Yoani Sanchez?

-Noo. ¿Esa son gente de la mafia?


Mafia: (del italiano mafia) f. Organización clandestina de criminales sicilianos. //2. Por est., cualquier organización clandestina de criminales. (Diccionario de la Real Academia Española)





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domingo, 20 de julio de 2008

Mayeya Coti Diana

Y es así, que después de unos años escribiendo alguna que otra entrada o comentarios, leyendo una decena de blogs casi todos los días, y disfrutando la blogosfera, sin ninguna pericia cibernética, comienzo a escribir mi propia bitácora, con ánimo de contar lo que va pasando, lo que me conmueve, me aterra, me preocupa, me alegra o me estremece. "Ganas de descargar", diríamos en la jerga cubana. Todavía no se ni cómo se ponen los acentos, pero lo averiguaré más temprano que tarde. Esto último me recuerda a aquello de "mas temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre nuevo", el golpe de estado de Pinochet en el país austral y su repercusión en la isla infinita. Ya hablaré de todo esto en el futuro. Saludos a todos los amigos blogueros. Esto es solo una prueba.