Ciudad de Libros, Ciudad Posible

Las ciudades florecen con los eventos del arte y la cultura mucho mas que con la primavera. Las flores se expresan en la plástica, en la literatura, en las tablas, en el celuloide. En todos aquellos caminos que los humanos han querido recorrer la belleza o desnudar almas. Que no solo de pan, que hay otro mundo que llamamos creación. Esta ciudad se parece en estos días a una enorme Royal Ponciana, enrojecida al sol de la tarde y que miramos desde el cielo, volando bajito. Trasiego de autores, poetas, artistas, que no quieren dejar morir, aún mas, que se afanan por parir algo que solemos sostener con una mano, y llevamos bajo el brazo, se enreda en las sábanas, resiste distancias, y atesora recuerdos. Con quien tenemos esa relación brutalmente íntima de inodoro y almohada, de salón de espera, suceso nocturno y soledad compartida. Un libro. ¿Y quién no tiene un libro que algún día le puso el mundo de cabezas y lo echó a andar?
Y que no me digan luego que “esto es un campo con expressway”. Hace poco más de cien años, cuando recién nacía, esta ciudad tenía sol y buganvillas y arenas y corales. Pero hoy tiene todo lo posible.


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Lamento no poder ir mañana por la noche a la Casa de Tula, porque tengo que trabajar. Allí parece que la poesía va a estar de fiesta.
Lamento no poder escuchar tarde en la tarde del domingo a mi admirado Salman Rushdie, porque estaré en el asunto de las Jornadas.
Pero caminaré por las callejuelas repletas de libros y disfrutaré más de una conferencia. Probablemente me encuentre con amigos y con algún libro que me pare de cabeza. Seré feliz.